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Fuente: excelsior.com
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A la mayoría nos han mandado alguna vez a hacer una química sanguínea, uno de los análisis de sangre más comunes. Pero, ¿para qué sirve? Si no conoces el significado de los elementos que la componen, aquí te contamos más.
Aunque son el terror de muchos, los análisis de sangre son pruebas fundamentales para evaluar nuestra salud. A través de ellos, se pueden detectar enfermedades, monitorear condiciones preexistentes y prevenir complicaciones.
A nivel médico, existen diferentes tipos. Sin embargo, uno de los más comunes es la química sanguínea.
Este es un análisis clínico que mide los niveles de diversas sustancias químicas en la sangre, lo que permite evaluar el estado de la salud metabólica y el funcionamiento de varios órganos vitales, como el hígado, riñones y páncreas.
La química sanguínea se realiza a través de una muestra de sangre que se obtiene por una punción venosa.
Esta es guardada en un tubo de ensayo que contiene un activador de coagulación y un gel de polímero. De esta forma, se acelera la formación y retracción del coágulo, y se separa el suero, permitiendo obtener una muestra libre de contaminación celular o hilos de fibrina.
Posteriormente, la muestra de sangre se analiza mediante máquinas especializadas o pruebas bioquímicas específicas para determinar los niveles de glucosa, urea, creatinina, entre otros parámetros, según el tipo de química sanguínea solicitada.
¿Cuántos tipos de química sanguínea hay?
Existen diferentes tipos de química sanguínea, dependiendo el número de parámetros analizados. En general, esta puede ir desde los 3 elementos, hasta los 45 e incluso más parámetros, según la necesidad del paciente y el diagnóstico que se busque. Algunas de las más comunes, son:
Química sanguínea de 3 elementos. Evalúa tres componentes básicos: glucosa, urea y creatinina.
Química sanguínea de 6 elementos. Evalúa glucosa, urea, creatinina, ácido úrico, colesterol y triglicéridos.
Química sanguínea de 24 elementos. Además de los parámetros básicos de las anteriores, incluye electrolitos como sodio, potasio y cloro, enzimas hepáticas como TGO y TGP, proteínas totales y albúmina.
Las químicas sanguíneas de más de 24 elementos son utilizadas para un monitoreo más detallado en pacientes con enfermedades crónicas, chequeos integrales o estudios especializados.
La razón es que abarcan análisis como el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas, función hepática, función renal, función tiroidea, marcadores inflamatorios y de coagulación, entre otros.
¿Para qué sirve una química sanguínea?
Existen diferentes razones por las que se solicita una química sanguínea. La primera y más común, es para realizar un control de salud, pues a través de esta tu médico puede evaluar tu estado metabólico y detectar desequilibrios.
De igual modo, este análisis sanguíneo puede ayudar a diagnosticar enfermedades crónicas, como la diabetes, insuficiencia renal, enfermedades hepáticas e incluso trastornos tiroideos.
Esto, porque la química sanguínea puede detectar niveles elevados o anormales de glucosa en sangre, urea y creatinina (que reflejan la capacidad de los riñones para filtrar los desechos), enzimas hepáticas (que podrían sugerir hepatitis, hígado graso o cirrosis), entre otros parámetros.
Por otro lado, este estudio también ayuda a evaluar el impacto de los medicamentos y tratamientos para estas enfermedades crónicas.
Finalmente, la química sanguínea ayuda a los médicos a realizar una valoración preoperatoria de pacientes que van a someterse a cirugías.
¿Qué significan los elementos de la química sanguínea?
1. Glucosa. Mide la cantidad de azúcar en la sangre. Niveles altos pueden sugerir diabetes, mientras que niveles bajos pueden indicar hipoglucemia.
2. Urea. Producto de desecho del metabolismo de las proteínas. Niveles elevados pueden sugerir insuficiencia renal o deshidratación.
3. Creatinina. Producto de desecho del metabolismo muscular. Un aumento puede señalar insuficiencia renal.
4. Ácido úrico. Resultado del metabolismo de las purinas. Niveles altos pueden provocar gota o enfermedades renales.
5. Colesterol total. Cantidad total de colesterol en la sangre. Valores altos están asociados con enfermedades cardiovasculares.
6. Colesterol HDL (colesterol bueno). Lipoproteínas de alta densidad que eliminan el colesterol malo. Valores bajos aumentan el riesgo de enfermedad cardíaca.
7. Colesterol LDL (colesterol malo). Lipoproteínas de baja densidad que pueden acumularse en las arterias. Niveles altos pueden aumentar el riesgo de arteriosclerosis.
8. Triglicéridos. Tipo de grasa en la sangre derivada de los alimentos. Altos niveles pueden estar relacionados con enfermedades cardiovasculares y pancreatitis.
9. Proteínas totales. Suma de albúmina y globulina en la sangre. Alteraciones pueden señalar problemas hepáticos o renales.
10. Albúmina. Proteína producida por el hígado. Niveles bajos pueden indicar desnutrición o enfermedad hepática.
11. Globulina. Conjunto de proteínas relacionadas con el sistema inmune. Cambios en los niveles pueden estar relacionados con infecciones o enfermedades autoinmunes.
12. Bilirrubina total. Pigmento producto de la descomposición de los glóbulos rojos. Niveles altos pueden sugerir problemas hepáticos o biliares.
13. Bilirrubina directa. Forma conjugada de la bilirrubina procesada por el hígado. Niveles altos pueden indicar obstrucción biliar o daño hepático.
14. TGO (AST – Aspartato aminotransferasa). Enzima presente en el hígado y el corazón. Aumenta en casos de daño hepático o infarto al miocardio.
15. TGP (ALT – Alanina aminotransferasa). Enzima hepática clave. Su elevación puede señalar hepatitis o daño hepático.
16. Fosfatasa alcalina. Enzima en huesos e hígado. Niveles elevados pueden relacionarse con problemas óseos o hepáticos.
17. GGT (Gamma-glutamiltransferasa). Enzima hepática. Elevaciones pueden estar relacionadas con abuso de alcohol o enfermedades hepáticas.
18. Calcio. Mineral esencial para huesos y músculos. Niveles anormales pueden indicar problemas hormonales o renales.
19. Sodio. Principal electrolito en la sangre. Niveles alterados pueden causar deshidratación o problemas neurológicos.
20. Potasio. Mineral importante para la función muscular y nerviosa. Las alteraciones pueden afectar el ritmo cardíaco.
21. Cloro. Electrolito relacionado con el equilibrio ácido-base. Un desbalance puede causar acidosis o alcalosis metabólica.
22. Magnesio. Mineral involucrado en la función muscular y nerviosa. Niveles bajos pueden causar debilidad muscular o arritmias.
23. Hierro. Mineral esencial para la producción de hemoglobina. Niveles bajos pueden señalar anemia ferropénica.
24. TSH (hormona estimulante de la tiroides). Hormona que regula la tiroides. Niveles alterados pueden indicar hipotiroidismo o hipertiroidismo.
La próxima vez que te pidan una química sanguínea, ya sabes la razón detrás y lo que puede revelar este estudio. Recuerda mantener un chequeo regular de tu salud para reducir el riesgo de enfermedades o poder tratarlas a tiempo.